Desde que el cavernícola empezara a jugar con fuego para calentarse el mamut, ¿cuántas revoluciones alimentarias ha visto la humanidad? Escasez, sostenibilidad, obesidad, desigualdad… Problemas que en el arranque del siglo XXI necesitan una respuesta inmediata y que, al parecer, estamos a punto de descubrir. ¿Y si la comida, tal y como la conocemos, dejara paso a nuevos sustitutos nutricionales? ¿Cómo cocinaremos, comeremos o nos relacionaremos con los alimentos los próximos años? ¿Puede la tecnología salvar nuestro apetito de progreso? Todas estas preguntas forman parte del menú de la cocina del futuro y se formularon en Think Next by Franke. Nos sentamos a la mesa, todavía virtual, a la espera de una cena que puede cambiarnos la vida para siempre.
¿Sueñan los chefs robóticos con comensales humanos escépticos? Barajamos más conjeturas y predicciones que certezas. Algunas sí tenemos: nunca antes la comida había atraído tanta atención. Por un lado, el interés que despierta en la gente corriente: jamás hemos tenido a nuestro alcance –y por un ticket medio– la cocina global. Por otro, el foco mediático ocupa un espacio antes inimaginable.
Todo esto se ha discutido en una exclusiva cumbre anual sobre innovación celebrada por primera vez en el cuartel general de Franke, empresa familiar suiza de suministros para el hogar y la hostelería (desde grifería a fregaderos, cocinas y máquinas de café) convertida en toda una institución multinacional del diseño.
Su lema “que todo sea maravilloso” encaja en una discusión sobre tendencias que reunió a 32 países inscritos, a más de 500 personas acreditadas, y a expertos, líderes de opinión y otros influencers. De los que realmente influyen, queremos decir. Matteo Thun, Philippe Starck, Klaus Meyer, Tyler Brûlé… Todos bajo un negocio común: la cocina que se está cocinando. Y confabulados para imaginar el mundo del mañana, un lifestyle global proyectado al futuro.
“La cocina nunca ha sido tan democrática”, confirmaba a modo de bienvenida Alexander Zschokke, nuestro anfitrión en Think Next y CEO de Franke. Pero, sin embargo, cocinar “se ha vuelto algo muy complejo”. Cuidado, toda revolución tiene sus damnificados. “Estamos creando un sistema de alimentos perfecto”, frase que retumba en algún momento en la rueda de conferencias. Esta idea de individualización, del todo inquietante, está por ver a dónde nos conduce, pues se ha demostrado, como cuenta Stephan Sigrist, fundador del think tank W.I.R.E. y tal vez el más crítico de los intervinientes en Think Next, que “comer rápido y solos no es productivo”. Por lo demás, una cosa sí está clara: el take away ha muerto, larga vida al on the go.
El recibimiento en una mañana plomiza y lluviosa que parecía saludar al otoño centroeuropeo nos descubrió un polígono de arquitectura aséptica que, entre obras de arte moderno y reliquias de museo (secadores de manos y cafeteras ochenteras), nos reafirmaba en la validez de la precisión suiza. En el fondo, Think Next no versa sobre La cocina del futuro, el libro de Pere Castells sobre su experimentación bulliniana. Esta revolución no se fragua en la cocina doméstica ni en los talleres de vanguardia gastronómica, sino en los laboratorios de Silicon Valley. Para algunos, demasiada especulación. Para otros, ciencia ficción aplicada.
Chocolate medicinal, proteína sostenible, restaurantes robotizados, alimentos inteligentes, nanotecnología, vacunas comestibles, cocina cognitiva (platos diseñados por máquinas), food tech… Disrupción, estrategias, algoritmos. Todo parece reducirse a DATOS. Aunque en Think Next se prefiere poner el énfasis en la emoción