Crees que fortalecen la autoestima de tus hijos, pero estas 8 frases podrían conducirlos a la frustración.
“¡Eres muy inteligente!”
Las generaciones anteriores fueron muy estrictas y no reconocían los méritos de sus hijos, pero los padres actuales están alabándolos de más. De acuerdo con expertos en desarrollo infantil, el objetivo de los halagos es motivar la conducta positiva. Pero ser “inteligente” no es una conducta, y los niños no lo perciben como algo que puedan controlar.
Alabar su inteligencia “no es útil porque tanto niños como adultos piensan que no pueden cambiarla”, dice Christia Spears Brown, profesora de psicología. “Piensan que nacemos con cierto nivel de inteligencia: si les va bien en la escuela es porque son inteligentes, pero si tienen malas calificaciones se debe a que no lo son”. Así, cuando enfrenten dificultades, creerán que les será imposible superar ese obstáculo.
Los expertos proponen reconocer el esfuerzo de los niños, en lugar de sus habilidades inherentes, para impulsar el desarrollo de su perseverancia. “Frases como ‘estoy tan orgulloso de lo mucho que te esfuerzas en matemáticas’ o ‘me enorgullece lo mucho que estudiaste para tu examen” le dicen al niño que las metas se logran con esfuerzo”, explica la doctora Brown. “Así, cuando un niño enfrente una dificultad, tenderá a esforzarse más en lugar de darse por vencido por temor a no ser ‘inteligentes’.”
“¡Estoy orgulloso de tus calificaciones!”
Por supuesto que los padres se sentirán orgullosos si sus hijos sacan buenas calificaciones, pero en lugar de halagar el número hay que reconocer lo mucho que han avanzado. “Las investigaciones han descubierto que las personas somos más felices cuando nos orientamos al crecimiento”, dice Laura Markham, psicóloga. Estudios de la Universidad de Stanford demostraron que los niños que piensan de esta forma obtuvieron buenas calificaciones y adquirieron mejores técnicas de estudio, pues creían que esforzarse los ayudaría a avanzar. “Motivemos a los niños para que obtengan esta mentalidad: les ayudará a volverse más resilientes y capaces de alcanzar sus metas en la vida”, dice la doctora Markham. El mejor reconocimiento consiste en mostrarles lo que su esfuerzo hace por ellos. “Motivarlos con alabanzas mientras se esfuerzan (con frases como ‘practicar te está ayudando a entender la materia’) puede darles una visión realista acerca de cómo están avanzando”, dice el psicólogo Paul Donahue.
“Por ejemplo, un niño al que no le encante leer pero que se haya esforzado en terminar su primer libro debe escuchar palabras de apoyo: ‘realmente te esforzaste, te mantuviste concentrado y lograste terminar ese libro’”. Obtener ese tipo de reconocimiento hará que el niño esté más dispuesto a esforzarse.
“¡Tus dibujos son tan hermosos!”
Este es complicado: quizá sí crees que sus dibujos son hermosos, pero alabarlos exageradamente hará que los niños busquen la aprobación en los demás y no en ellos mismos. “Le enseña al niño que su trabajo siempre será evaluado por otros, lo que reduce su confianza en sí mismo”, dice la doctora Markham. “También les enseña a ‘producir’ más y más pinturas con menor esfuerzo, ya que siempre les parecerán hermosas a sus padres”.
En un estudio, los chicos con autoestima baja que recibieron alabanzas exageradas terminaron haciendo trazos muy sencillos en lugar de intentar bocetos más complicados, pues representaban la elección más segura. Para no desalentar a tus hijos sin querer, reconoce su dedicación, comparte observaciones específicas sobre el dibujo (“veo que combinaste colores para crear las olas en el océano”) y pregúntales qué piensan sobre sus dibujos. No es tu aprobación la que debería importarles: es la suya. Tu misión es impulsar el interés de tus hijos en lo que están haciendo. “¿Por qué no concentrarse en el esfuerzo y en lo que el niño hizo o sintió en lugar de evaluar el producto final?”, dice la doctora Markham.
“¡Eres el mejor!”
Aunque sí sean los mejores en algo (que no suena muy posible), decirle a los niños que lo son podría crearles expectativas inalcanzables… e impulsarlos a hacer cualquier cosa con tal de lograrlas.
Ofrecer un halago tan absoluto puede presionar a los niños y hacer que crean que deben destacar en todo, lo cual es prácticamente imposible”, dice el doctor Donahue. Los padres no deben considerar a los halagos y reconocimientos como una opción para fomentar la autoestima porque no sirven para eso. Las investigaciones indican que si no logran alcanzar ese nivel al que aspiran, los niños pueden sentirse inútiles.
“O puede hacer que se limiten a actividades en las que sí saben que son buenos”, agrega el doctor Donahue. Esto haría que los niños dejen de esforzarse o que traten de ‘engañarte’ para conservar su imagen. Una técnica más efectiva es definir estándares y metas realistas y comparar a tus hijos únicamente con lo que han logrado antes (y nunca con los demás).