Santo Domingo RD.- Minimalista, maximalista, futurista, historicista. Prada se traduce en todo además de, una exploración continua del simbolismo social de la indumentaria.
No es de extrañar que su primera colección de alta joyería (la firma italiana había lanzado hasta ahora piezas de plata) sea un recorrido por sus iconos más reconocibles: del corazón a la serpiente, la cadena y, por supuesto, su logo triangular, que desde la llegada de Raf Simons a la codirección creativa en 2020 se ha convertido, Instagram mediante, en un elemento ubicuo.
El tándem Miuccia y Simons lleva dos años investigando la noción de uniforme, esa idea de la ropa llevada a su sentido más básico y reconocible, de ahí que el salto a la joyería o, mejor dicho, a su propia visión de la joyería sea algo casi orgánico: símbolos identificables, pero despojados de todo lo superfluo que suele rodear a este nicho de mercado.
Presentada bajo el título de “Eternal Gold”, la colección trata de servir de muestra de lo que han venido siendo los mismos valores con los que desde Prada han sabido destacarse dentro del mundo del textil, en una asimilación ahora dirigida sobre el mundo de la alta joyería.
Un nuevo universo al que se han decidido a llevar las mismas prácticas comprometidas, tanto hacia con el planeta como hacia con las personas, que emplean a lo largo de los procesos de producción de las prendas de sus colecciones, en una defensa por la artesanía y por la sostenibilidad que, siguiendo el camino que ya ha llevado a Prada a decidirse por retirar el total del nailon virgen de sus colecciones y sustituirlo por su patentado “Re-Nylon” reciclado, ha terminado cristalizando en esta primera colección fabricada a partir de un oro 100 por cien reciclado y certificado.
El material que han escogido no de una manera gratuita para esta primera colección, sino especialmente por su simbología como metal precioso y como esencia misma de esa atemporalidad que caracteriza a la alta joyería, del mismo modo que a una Prada que trata de reafirmarse así sobre ese mismo valor de la atemporalidad que ya caracteriza a su esencia como firma arraigada dentro del sector del lujo.
Para terminar de descubrir dónde radica y de dónde procede ese valor de “reciclado” del oro empleado por Prada para esta colección, un hecho que puede descolocar a priori a más de uno, desde la misma casa milanesa nos explican que este oro, 100 por cien reciclado y certificado, procede única y exclusivamente de fuentes seleccionadas de material reciclado, siguiendo además con un compromiso de diligencia debida. Estando su origen, entre otras fuentes, en el oro industrial o en los objetos preciosos postconsumo, y para cuya obtención Prada se asocia exclusivamente con aquellos proveedores de piedras y metales preciosos que, explican, cumplen con los más altos estándares de la industria en materia de derechos humanos, de seguridad laboral, de impacto ambiental y de ética empresarial.