Elvis Presley es una de las figuras más icónicas de la música. El filme, que se esperaba durante años, ha sido estrenado en el Festival de Cannes fuera de competencia.
Cannes (Francia), 26 may (EFE).- El director australiano Baz Luhrmann resucita con “Elvis” al rey del rock y se acerca tanto al hombre que había más allá del mito como al tortuoso camino que recorrió hasta convertirse en leyenda.
Su película, proyectada fuera de competición en el Festival de Cannes, que se clausura el sábado, da protagonismo a la tóxica relación del cantante (Austin Butler) con su representante, el coronel Parker (Tom Hanks) a lo largo de 20 años, lo que ofrece a su vez un reflejo de la sociedad estadounidense en las décadas que atraviesa.
Butler rozó la obsesión en su transformación en el artista: “Aparqué el resto de mi vida durante dos años y absorbí todo lo que pude”, dijo este jueves en conferencia de prensa. Estudió vídeos de Elvis en bucle para analizar sus movimientos, entonación y postura y practicó ante el espejo para hacerlos suyos y replicarlos.
Luhrmann (Sídney, 1962) tomó como fuente de inspiración el filme “Amadeus”, de Milos Forman. “No va realmente de Mozart, sino de los celos entre Salieri y Mozart”, dijo el también autor de “Moulin Rouge” (2001) o “The Great Gatsby” (2013), ambas seleccionadas en Cannes.
Su cinta tiene como narrador al mánager del artista, controvertida figura que se dio cuenta de que “Elvis era una fruta prohibida con la que podía ganar dinero” y que fue tan responsable de su auge como de su caída. Le consiguió sus primeros contratos e intervenciones en televisión, pero exprimió al límite su fuerza.
Ni era coronel ni se llamaba Parker. “Huía de su pasado”, dijo Hanks, que cuando aceptó el papel no sabía nada de ese representante: “Cuando me enseñó una foto me dije ‘Dios mío, dónde me he metido'”, bromeó.
Elvis Aaron Presley nació en una familia humilde en Tupelo (Misisipi) el 8 de enero de 1935 y la película refleja cómo influyó en su persona y en su música el haber crecido en los barrios negros de esa ciudad.
NÚMERO UNO
Responsable de títulos como “Suspicius mind” (1969), “Good luck charm” (1962), “Surrender” (1961) o “Love me tender” (1956), canciones que le encumbraron como el solista que más números 1 había alcanzado en Estados Unidos, por detrás de los Beatles, “absorbió y mezcló todo lo que percibía en ese ambiente”, dijo Luhrmann.
Su cámara hace ver cómo su música nunca llegó tanto como cuando el artista era fiel a sus principios y se salía de la imagen que intentaba imponer de él la industria, y junto a sus momentos de gloria lo muestra también ya en el ocaso de su vida, solo, obeso y abandonado por su mujer, Priscilla, por sus infidelidades y excesos.
Butler, de 30 años, se adentró en este rol con la expectativa irrealista de que “si trabajaba mucho su cara y su mirada iban a ser como la de Elvis y no se podría notar la diferencia”, para luego darse cuenta de que lo importante era transmitir su esencia.
El resultado, según la reacción de la familia Presley, fue fidedigno.
Después de enseñarle la película a Priscilla, esta le mandó una carta en la que le decía no haber estado preparada para sentir vivo en la gran pantalla a Elvis a través de “cada respiración y movimiento de Austin”.
“Si mi marido estuviera aquí hoy le miraría a los ojos y le diría ‘¿cómo te atreves? Eres yo”, le comentaba en esa nota la ex actriz de cine y televisión, que este miércoles acudió en Cannes al estreno del filme, que llegará a las salas a finales de junio.
Tanto para el director como para el protagonista, no hay mejor crítica ni más importante que la recibida por su parte.
“He vivido tres años con él y no pude sentirme mejor con la sensación de hacer justicia a su legado, de dar vida a ese hombre extraordinario y que Priscilla y toda la familia estuvieran orgullosos”, señaló el actor.
Como dijo Luhrmann ante la prensa, “era padre, marido, abuelo y persona, y tuvo hijos. La mejor crítica que he recibido en mi vida es que dijeran que ahora estos últimos pueden ver algo que captura la verdad de su persona”. EFE