primera vista, Katherine Castro contradice el estereotipo que durante décadas ha caracterizado a las mujeres latinas: cabello rubio, cuerpo delgado y un rostro que por momentos recuerda la picardía de Marylin Monroe y la sensualidad de Brigitte Bardot.  

Pero entonces aparece su voz y ese sabor inconfundible de los caribeños se destila en sus palabras. Frente al mar de conjeturas que suelen suscitarse en torno a su apariencia, Castro reflexiona en torno a los conceptos prestablecidos que no permiten ver más allá de lo físico. 

“Un cabello oscuro o unas caderas prominentes no definen mi identidad cultural. Ser latina va mucho más allá de eso.  Ni mis valores familiares ni mis tradiciones pueden encasillarse por mi imagen”, afirma. 

Contrario a lo que pueda pensarse, esto no ha sido un impedimento para pisar fuerte en el cine independiente de Hollywood. 

En palabras de la dominicana, “el talento y la disciplina no se miden por el tamaño de tus senos o tu sensualidad. Si algo caracteriza a los latinos es su pasión y me entrego en cuerpo y alma en cada una de mis actuaciones”. 

De respuestas inteligentes y un espíritu que no se amilana frente a los retos del destino, Castro no tiene sed de fama. Su propósito es más ambicioso. “No me fui de República Dominicana en busca de portadas de revistas. Vine a los Estados Unidos para crecer como ser humano y descubrir mi fortaleza interior”, expresa tajante.

En la piel de Mrs Horton

Interpretar a Mrs Horton en el filme Reinbou (Andrés Curbelo, David Maler) ha sido uno de los momentos más especiales en la travesía profesional de Katherine Castro. “Fue un viaje maravilloso al universo de una mujer muy humana en muchos aspectos. Meterme en su piel  es algo que siempre voy a agradecer”, explica.

Durante el rodaje, el trabajo en conjunto con sus directores fue un elemento esencial para preparar el personaje. Eso sí, reconoce que no es buena para obsesionarse con la revisión de las escenas. 

“Siempre confié en el trabajo de Andrés (Curbelo) y David (Maler). Ellos me dieron libertad para proponer frente a la cámara y nunca sentí la necesidad de observar el material para autocriticarme”, agrega.

Actualmente se encuentra en medio del rodaje de Someday, filme romántico que planea estrenarse el próximo año. Para encarnar a Melody, protagonista de la historia, tomó clases intensivas de tango. Confiesa que desde el inicio del proyecto, se ha exigido al máximo para ofrecer una actuación que satisfaga sus expectativas y las de  J.S. Mayank, director de la cinta. 

“Bailar tango es como enfrentar la vida: la sincronía de los pasos debe ser perfecta. De lo contrario, se pierde la magia”, explica. “Cada vez que me presento a un casting, busco que el personaje me obligue a dejar la zona de confort. Repetirme es algo que me aburre”. 

Mientras el sol se esconde en el cielo de Los Ángeles, Katherine Castro hace un balance de los pasos recorridos y las huellas dejadas en suelo estadounidense. “Hay días en los que me ha provocado tirar la toalla y rendirme, pero mi tenacidad no me lo permite. Me encantan los desafíos”, comenta.

Y aunque mañana tuviese el pelo oscuro y alcanzara el éxito en las grandes ligas de  Hollywood, no dejará de cuestionarse y buscar experiencias que la vuelvan más fuerte y sabia. 

“Sería injusto limitar mis batallas personales a la idea de ser una actriz latina que lucha en los Estados Unidos. Soy un individuo y vivo en una constante construcción de mi espíritu. Aún tengo mucho por descubrir de mí misma”, finaliza.

Escrito por Salvatore Laudicina 

@slaudicina

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