Por Diana Suriel
Las estrellas de la moda y el espectáculo se dieron cita anoche en el Museo Metropolitano de Nueva York, para celebrar una nueva edición de la gala con la que cada año recaudan fondos destinados al Instituto del Vestuario de dicho museo.
El tema esta vez buscaba transportarnos a la Era Gilded, período entre 1870 y 1890 que definió a la alta sociedad newyorkina y que marcó una transición en el vestir. Por sobre todas las cosas, la gala buscaba esta vez celebrar la historia de la moda estadounidense.
Entre cientos de invitados una ha acaparado todos los titulares. Se trata de Kim Kardashian, quien aunque todos los años capta la atención, esta vez lo ha hecho por una razón sumamente especial.
La más célebre de las Kardashian ha llevado el recordado vestido de quien en su época fuese la mujer más famosa del mundo: Marilyn Monroe.
El 29 de mayo de 1962 la actriz fue convocada para cantar ¨Cumpleaños Feliz¨ al entonces presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy. Monroe llevó un vestido que el sensor social de aquel entonces consideró demasiado atrevido.
Se trataba de un vestido diseñado por Jean-Louis, de sencilla silueta totalmente ajustada al cuerpo, en tonalidad piel y bordado con cientos de cristales en toda su estructura. Para complementarlo llevó un abrigo en mink color blanco.
Justamente 60 años después Kardashian ha logrado un hito en su historia como icono de moda del que siempre se escribirá, al conseguir llevar el vestido a esta alfombra y de alguna manera traer nuevamente a la vida a este icono femenino.
El célebre vestido se vendió hace unos años en una subasta por la suma de $4.8 millones de dólares, fue adquirido por el museo Ripley Believe it or not y según reportes ha roto el record después de esta venta como el vestido más costoso de la historia.
Según comentó la empresaria y estrella de reality show, se sometió a un régimen alimenticio estricto para perder 16 libras en tres semanas; era la única forma de poder usar el vestido, que al tratarse de una pieza histórica no debe ser alterado.
Kim llevó la pieza solo por unos minutos en su paso por la alfombra roja, ya dentro de la fiesta cambió el traje por una réplica exacta.
En años recientes Kardashian ha asumido la posición de ser una de las invitadas más importantes a la gala. En las últimas tres ediciones ha lucido icónicos looks, como el vestido color piel con cristales simulando gotas de agua firmado por Manfred Thierry Mugler, o el outfit en negro total tapando su rostro creado por Demna Gvasalia para Balenciaga. Esta vez ha dado un paso más allá que solo nos hace preguntarnos: ¿Cómo se superará a sí misma en una próxima ocasión?