La locura, el amor y el arte se mezclan sin buscarlo. Un amor verdadero, para permanecer, radica en la locura. Una manifestación artística, detallada en su máxima pureza, surge con amor y el arte libremente realizado, sin escrúpulos, se enlaza nuevamente con la chispa de la locura. En síntesis, para llevar a cabo nuestros objetivos necesitamos estar un poco locos y, con esto, me refiero a que la locura no es mala, siempre y cuando no llegue a lo patológico.
Esta mezcla heterogénea es una tormenta constante, pero en el sentido de que no se dispersa, se mantiene unida y densa, al mismo tiempo en que busca la forma de seguir existiendo y mantener la autonomía de desatarse en cualquier momento. ¿A dónde nos lleva todo esto?. Hacia un tipo de relación insistente. Hacia un tipo de relación inusual, única y por ello extraordinaria por su naturalidad.
Pues para hablar de amor, locura y arte debemos mencionar a Frida Kahlo y a Diego Rivera. Aún con los desequilibrios que presentó su relación, fue una manifestación de amor y apoyo constante. Nada se interpuso en que estos dos se dedicaran a amarse y a amar lo suyo sin limitaciones. “Quisiera darte todo lo que nunca hubieras tenido, y ni así sabrías la maravilla que es poder quererte”. A todo se le suma algo más, algo que se denomina belleza y fragilidad. Individuos de carácter tan fuerte e inquebrantable olvidaron la inutilidad del orgullo haciendo flotar su lado más sensible, pues tanto Kahlo como Rivera transformaron su amor en algo sólido porque eran el reflejo de cada uno, eran la necesidad de expresarse en sus pinturas y traducir a letras todos los colores mudos. Asímismo Kahlo ha influenciado en vertientes artísticas contemporáneas tanto en la moda como en las bellas artes.
“Tu eres todas las combinaciones de números. La vida. Mi deseo es entender la línea, la forma, el movimiento. Tu llenas y yo recibo. Tu palabra recorre todo el espacio y llega a mis células que son mis astros y va a las tuyas que son mi luz”
Poema de Frida Kahlo a Diego Rivera.