En esto de la producción televisiva, cada maestrillo tiene su librillo (pedimos disculpas por el refrán viejuno, pero lo teníamos en bandeja), aunque siempre hay una tendencia que marca la deriva de la industria. La explosión del modelo Netflix ha sido paradigmática, no solo por cómo ha cambiado los hábitos de consumo, sino también los de creación. A pesar de la deuda de la compañía que se filtró el pasado verano, los ejecutivos parecen confiados en la idea de que seguir invirtiendo más que ninguna otra productora es la clave para generar un crecimiento estable para los próximos años. Hablamos de una inyección de 7.000 millones de dólares en 2017.
Sin embargo, no todas las plataformas están de acuerdo (y aunque lo estén, no podrían decirlo en público). Según las declaraciones que Richard Plepler, CEO de HBO, concedió hace unos días a CNBC, “más no es mejor, solo mejor es mejor”. Con ello se refería a que el presupuesto de su cadena, de 2.000 millones de dólares anuales, es más que suficiente para mantener la excelencia que se le presupone a la marca. ¿Es cuestión de gastar o de afinar lo gastado?
Este debate es precisamente el resultado de otro del que ya hemos hablado largo y tendido, el que los medios anglosajones han denominado Peak TV. ¿Estaba el mercado preparado para haber emitido 342 series solo en la mitad de 2017, y solo en la televisión estadounidense? ¿Hay espectadores para tantos shows? La misma pregunta se puede trasladar a la problemática de sus presupuestos, que es parte indispensable de la burbuja. ¿Recuperarán los canales todo lo invertido? Lo que preocupa a muchos analistas expertos no son tanto las previsiones generales de las cadenas para producir ficción original como lo que invierten en cada una de ellas, en cada capítulo.
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