Santo Domingo RD.- Como parte de la celebración del 40 aniversario del emblemático Altos de Chavón, Wilfrido Vargas llenó de merengue este reconocido escenario en un gran cierre del festejo.
Con un concierto espectacular de dos horas, el laureado artista dominicano inició con canciones exitosas como “Africano”, “Todo es para ti” y “El loco y la luna”. “Gracias una vez más por invitarme y venir a celebrar con nosotros”, dijo al rememorar que fue el primer artista tropical dominicano en presentarse en el entonces recién inaugurado Altos de Chavón.
El intérprete de “Comején” continuó compartiendo su repertorio y sumando canciones que le han hecho merecedor del reconocimiento internacional y ser uno de los mayores exponentes y propulsores del género de la güira y la tambora, tales como “Deme un consejo”, “Perro/Volveré” y “Medicina”
El cierre lo coronó con “El jardinero”, una icónica canción del 1984, y “Hombre divertido”, la cual data del 1983 y canciones también celebran los 40 años de su lanzamiento.
Cabe destacar que además del exitoso concierto de Wilfrido Vargas, en el marco de la celebración se realizó “Sinatra, el tributo”, dirigido por Amaury Sánchez, y se realizaron interesantes actividades como la exposición “40 vueltas alrededor del sol”.
Altos de Chavón es una villa dedicada a las artes que durante cuarenta años ha sido uno de los lugares más visitados por turistas internacionales y dominicanos en la República Dominicana. El nombre significa “En las Alturas de Chavón”, que alude a su ubicación geográfica. Esta meseta frondosa en la provincia de La Romana fue elegida por el visionario empresario Charles Bluhdorn como la ubicación para una villa que se convertiría en un escenario de creatividad artística global y expresión cultural en la República Dominicana y para el mundo.
Los planos originales para la villa fueron diseñados por el arquitecto dominicano José Antonio Caro. El diseñador italiano de escenarios Roberto Copa se encargó de llevar a cabo el trabajo de crear la aldea junto a un gran equipo de artesanos dominicanos — albañiles, carpinteros y herreros — quienes durante diez años lograron llevar la visión a la realidad. Cada piedra fue tallada a mano, las fuentes forjadas y detalles de madera esculpidos en el mismo pueblo.